Revista Independiente "Imaginario" (Jun, 2001)
El Cine: Ese extraño objeto de deseo ...
El cine conmueve, seduce, provoca.... Desde sus comienzos, a fines del siglo pasado, llevó consigo estas cualidades convirtiéndose en objeto de deseo de todos.
Desde entonces ha sido lugar de encuentro de ricos, famosos, y los otros.... “los demás”. Su magia alcanza a todos los estratos sociales, aunque en el nacimiento los burgueses lo consideraban el entretenimiento de las clases bajas. El cine contiene a todos.
Dependiendo de la época, se lo ha utilizado para entretener, enamorar, provocar, educar, instruir, cuestionar y polemizar. Siempre se encargó de mostrar los problemas de la gente, los intereses de algunos, los hechos de un país. En este sentido funciona como un fiel reflejo del grupo cultural que lo produce conformándose en agente del contexto socio histórico.
El cine es arte, industria y espectáculo. Permitió el surgimiento de artistas que a través de su búsqueda estética, han cuestionado las formas y los contenidos preexistentes para ampliar y enriquecer el lenguaje cinematográfico, proyectándose así en la pantalla de luz, su propia esencia, que en si misma es belleza.
El cine re-presenta en la pantalla la historia de un pasado lejano, olvidado, en el que nuestros antepasados interpretaron el papel principal; el mismo que hoy nos toca representar a nosotros, el pueblo argentino, para en un futuro ser historia y reflejo de nuestro presente.
El cine argentino, “el nuestro”, tuvo sus momentos de gloria y de crisis, nos ha honrado y humillado en el mundo en varias oportunidades, fue amado y cuestionado, querido y olvidado, prohibido y marginado, pero siempre fue nuestro.
Este cine acompañó a la historia Argentina en todo el siglo XX y empezó el nuevo milenio con las misma intenciones, con la diferencia que allá en el 1900, como recién nacía y conservaba un estado de pureza, gozaba de un prospero porvenir, con todas las posibilidades de expansión y crecimiento. Sin embargo hoy vemos la producción nacional, desde el punto de vista cuantitativo, en estado agonizante.
El anhelado año 2000 ya pasó, y con él las ilusiones de la gente que depositó en él, desde su infancia, esperanzas y sueños. El 2001 le presenta una realidad diferente: un mundo ficticio, donde los personajes han perdido credibilidad y los verdugos se encuentran a la vuelta de la esquina. Un universo donde la crisis comparte cartel con el individualismo exacerbado y donde las tristemente célebres letras I.V.A. se han conjugado para conformar la fuerza centrífuga más poderosa que la cultura pueda temer. Dependerá de cómo queramos que sea ese movimiento, esa fuerza arrastrará o no a las artes audiovisuales al fondo del torbellino.
Este cine, tal vez mañana, ya no sea nuestro.
Defendamos el camino que emprendieron hace más de 100 años los productores, directores, actores, técnicos, extras, entidades, centros culturales y toda persona vinculada a las artes en su cadena de producción y exhibición. Fueron ellos y nosotros los responsables de que el cine nacional haya atravesado tantas décadas. ¿Para bien o mal?, es otra discusión. Pero en definitiva ya es parte del pueblo argentino y su historia.
El cine es arte, industria y espectáculo, pero fundamentalmente es cultura.
La cultura le da al pueblo identidad.
Cuidémosla.
Ariel A. Fathala.
Comentarios