Concurso Nuevos Autores Latinoamericanos - Certámen Internacional (Publicación 2004)

La conciencia como un acto de reflexión:

Así es, así fue, así será. ¿La eternidad en un instante o sólo un in

stante en la eternidad?, ¿la eternidad como un hecho eterno, deseable o interminable?; ¿La verdad de un momento o un momento de verdad?. Interrogantes, vacíos de ser que buscan respuestas.

Así es la vida, pasa, crea, construye, fluye, confunde, abandona y vuelve a empezar su ciclo, para envolvernos en un juego del que aún no se editaron las instrucciones. Y Nosotros que siempre llegamos cuando los demás se han ido. Así fue que me conocí, no sé com

o ni cuando ni porqué, la conciencia golpeó mi puerta y sin permiso entró. La paz y el infortun

io estrechaban sus manos derechas frente a mí.

Salgo, camino, sueño, siento, pienso, construyo, creo, ¿existo?, ¿dónde?, ¿por cuánto?, ¿para quién?; la vez que presté las llaves

que protegían mi alma la perdieron y con ellas mi fe. Desde entonces vaga sin rumbo por Buenos Aires, conociendo gente. En el Bar, ahí se la puede encontrar, en reuniones extraordinarias con las almas que sucumben al encanto de los ángeles.

Solo uno me conoce y pensar que le mentí. La vida, un eterno engaño para aquellos que no ven o no quieren ver.

Un día las vi en el café de la esquina, la hipocresía y la ignorancia conversaban plácidamente hasta que llegó la pobreza y por último la complicidad. Brindaban por el éxito de los héroes de papel. Así fue que la conocí, la complicidad tomó mi mano y me llevó a pasear. Con ella conocí un mundo y en ese mundo conocí la vida y con la vida el amor, la infancia, la esperanza, los sueños; hasta que la marginalidad del espíritu me despertó y me arrojó en otro mundo que jamás había visto. Allí la Fe bebió mi sangre y nos juramos amor eterno.

Una eternidad llena de instantes, de momentos maravillosos que se viven una vez y se re-viven siempre... y en el medio la memoria, los recuerdos, que traen de la mano la esencia, y sin querer o sin saber le escapamos porque nos sentimos libres, aunque no sé si la libertad me la gané o me la prestan. ¿Quiénes?, no estoy seguro, los dueños de las frustraciones y compañeros de las Erinias tal vez.

Los sueños, la magia, la inconsciencia, ¿palabras lindas, huecas o plenas?. Las veo al mismo tiempo vacías cómo las verdades y llenas como el corazón: la máquina infalible que heredamos para guardar instantes, lástima que ellos nos elevan y nos hunden con la misma facilidad con la que la infancia descubre la felicidad. Una felicidad volátil, efímera, que se agota al tiempo que se alcanza, y en ese instante perdura una eternidad, como si el tiempo se detuviera.

Entonces pienso, reflexiono, cuestiono las formas, el cómo y porqué conformamos el mundo, las cosas, las personas. El hombre como dueño de todo y de todos, cuando en realidad (¡qué palabra realidad!) solo somos títeres de una sociedad que nos corrompe, nos seduce y nos maltrata con total indiferencia, como los cómplices amantes que sucumben al trato indiferente y huyen del amor sincero.

Y dije amor, palabra hasta ahora indefinida, carente de significado para muchos, cargado para pocos. ¿De donde viene?, ¿quién la inventó?... ¿cómo pueden convivir en una misma persona amores diferentes y opuestos? y paradójicamente en vez de anularse se potencian, elevando al alma en una síntesis superadora.

Y así termino. La escritura y el pensamiento ceden ante el espacio ofrecido por las palabras que buscan alcanzar la armonía, la paz, la plenitud.

Se cierra el círculo con un juego dialéctico de significantes, como en el cine, como en la vida ... como un eterno devenir.

Para mañana volver a empezar.

Ariel Alejandro Fathala

Mayo 2002

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